Han sido días de intensa actividad litúrgica en nuestras
Iglesias, desde el Domingo de Ramos hasta la noche del sábado en que celebramos
la Vigilia Pascual.
Sabemos que somos pocos los que vivimos en nuestras Aldeas. Estos
días regresan a ellas muchos vecinos que viven fuera y algunos nos acompañan en las celebraciones; pero, por desgracia, la Semana
Santa para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y
diversión.
No podemos vivir la Semana Santa sin participar en toda la
riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico, dedicando tiempo
a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús
para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Es triste que el Paso que está en procesión sea llevado –a
duras penas- por cuatro o cinco personas sin opción a relevarse, y a su paso por
la puerta de un bar cualquiera veamos que está repleto de gente que ni
intención hace de salir a presentar sus respetos a lo que representa la imagen
que va en las andas.
Ya crecen los olivos en el huerto
donde el sepulcro no guarda tu cuerpo.
Pasó la noche, el llanto y casi el miedo,
ha llegado por fin la madrugada
y entre luces y lágrimas al alba
tu resurrección brota nueva en mi alma.
donde el sepulcro no guarda tu cuerpo.
Pasó la noche, el llanto y casi el miedo,
ha llegado por fin la madrugada
y entre luces y lágrimas al alba
tu resurrección brota nueva en mi alma.
Juan Manuel del Río