Comenzamos el año bajo la mirada maternal de María, a la que contemplamos junto a José y al Niño acostado en el pesebre. María va pasando por el corazón todo lo que está viviendo.
Al estrenar este nuevo período de tiempo, podemos aprender de Ella a transitar por el corazón, a saborear la vida, a interiorizar el misterio de Dios que se despliega en tantas oportunidades que nos ofrece cada día del año.
La Paz tiene nombre. Se llama Jesús. El Mesías de Belén es el Príncipe de la Paz. La familia de Nazaret nos muestra el camino de la Paz. La Paz es don, pero también tarea, trabajo, apuesta, camino de unión con todos los que con buena voluntad quieren construir un mundo más justo y fraterno, más reconciliado y cordial. Con María, lancémonos a la aventura de la Paz.