5 jul 2019

DAVID ARELLANO CELEBRA SU PRIMERA MISA SOLEMNE

"¡La primera misa de un nuevo sacerdote… de nuestro David! 
¡Quién pudiera explicar lo que pasa en los cielos y en la tierra en el momento solemne en que el nuevo sacerdote, después de pronunciar con labios trémulos las palabras de la Consagración, levanta en sus manos, temblando de pavor, de amor y de respeto, a Jesucristo! Dios Padre, conmovido a la vista de Aquél en quien se complace y que se interpone una vez más como medianero entre Él y el mundo, detiene el brazo de su Justicia y derrama a manos llenas sobre la tierra sus bendiciones. El Corazón de María Inmaculada se inunda de gozo al contemplarle, y los ángeles, pasmándose de asombro, rodean el altar y adoran en la tierra, mezclándose con los hombres, al que adoran eternamente en el cielo, mientras crujen y retiemblan en sus quicios las puertas de las horribles mansiones de los réprobos.
¡Qué puras, qué inmaculadas, qué santas deben ser las manos del sacerdote, aquellas manos que tocan al que es la Pureza misma y sostienen al que sostiene a la creación con su palabra! ¡Qué pura aquella boca que le recibe, y aquel pecho que le guarda! ¡Qué torrentes de luces y de gracias recibirá aquel corazón en aquella primera misa, para que luego las derrame sobre el mundo! ¡Qué ardiente caridad, qué felicidad purísima inundará en aquellos instantes el alma del nuevo Sacerdote!
Y esa nueva misa ha de repetirse muchas y muchas veces sobre la tierra, dando gloria al Señor, alivio al purgatorio, santos al cielo y paz a los hombres de buena voluntad. ¡Quién puede comprender los beneficios que recibe el mundo por una sola misa que se celebre, y los poderosos auxilios de que priva por una sola que deje de celebrarse!"
 

David celebró ayer, día 4 de julio, su primera misa solemne de acción de gracias en la parroquia que lo ha visto nacer y crecer en la fe, acompañado de los sacerdotes, de familiares y amigos que llenaron la iglesia de Santa Bárbara y la plaza de Ojuelos Altos, donde se instaló una gran pantalla para retransmitir en directo a las decenas de personas que hubieron de seguir la ceremonia desde las butacas colocadas a tal fin.
¡Cuánta emoción contenida y qué orgullosos todos los allí presentes de que Dios, nuestro Señor, nos haya bendecido con este nuevo sacerdote!