26 dic 2015

LA SAGRADA FAMILIA

Todas las estadísticas coinciden en que la sociedad valora favorablemente a la familia como primera institución. Gracias a ella, muchos han podido superar la crisis económica, laboral o afectiva. La familia se convierte en el puerto franco donde los miembros acuden a desahogar el alma, sin miedo al juicio inmisericorde.
Son muchos los hogares que viven el dolor de la ruptura. Sin embargo, la casa familiar sigue siendo el lugar entrañable, la referencia segura, la posibilidad restauradora.
Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, quiso venir a nuestro mundo en el seno de una familia; en ella aprendió un modo social de vivir y de trabajar. María, su madre, le debió de enseñar cosas muy domésticas, según se desprende de los ejemplos que el Maestro emplea en sus enseñanzas. La imagen del candil, de la levadura en la masa, del remiendo nuevo en vestido viejo… “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”, y recibió de su familia un modo de ser y de vivir, acorde con la sociedad de su tiempo, destacando por su docilidad, discreción, familiaridad, aprendizaje, bondad, sensibilidad y religiosidad que aprendió de María y de José.