La Cuaresma, como ya sabemos, es un tiempo especial para evitar las distracciones y concentrarnos más, de tal manera que conozcamos mejor el proceder divino y nos convirtamos en personas más amorosas en medio de nuestro mundo, el trabajo y en nuestro propio hogar; no sólo durante estos cuarenta días, sino toda nuestra vida. Además de esto, hay tres maneras tradicionales que nos ayudan a vivir la Cuaresma: oración, ayuno y obras de caridad.
San Pablo nos motiva a que oremos sin cesar. Toda nuestra vida puede ser una oración si elevamos nuestra mente y corazón a Dios en cada momento y acción de nuestra vida. Lo central de la Cuaresma es que oremos lo más frecuente y profundamente que podamos.
La finalidad del ayuno es crear conciencia. A menudo, consumimos alimentos, bebidas, entretenimiento y experiencias de una manera enajenante. También podemos ayunar del ruido para así crear más conciencia con respecto a nuestra propia vida. Seamos también conscientes de nuestra total dependencia de Dios respecto a cada uno de los dones y regalos que tenemos en la vida.