La Sagrada Familia es el modelo de virtudes de todas las familias. Dios quiso nacer en el seno de una familia formada por José, María y Jesús, en donde el Hijo de Dios fue acogido con gozo.
José es un modelo de obediencia, sin quejarse. No dice una palabra. Sabemos poco de él, pero su rápida obediencia es fundamental para que se cumpla el plan de Dios. Ante los problemas familiares, José no se divorcia ni abandona su familia ni pone condiciones a su amor.
Cuando nace un niño, inmediatamente buscamos parecidos: «Tiene los ojos como los del padre», «se parece a la madre». Estos parecidos son genéticamente transmitidos de generación en generación. San Pablo nos invita a parecernos a Cristo por ser de la familia de Dios. Debemos reflejar la bondad y santidad de nuestro Padre Dios y de nuestro hermano Jesucristo. La gente que nos mira y observa debería decir: «Cómo se parecen a Jesús» Nos debemos parecer, no por nuestros ojos ni por la nariz, sino por nuestra mente y nuestro corazón; por nuestra manera de vivir y de amar, por nuestros valores.
La familia es el lugar providencial donde somos formados como humanos y como cristianos. Nuestra familia es donde crecemos en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres.
La Fiesta de la Sagrada Familia nos invita a acoger, vivir y proclamar la verdad y la belleza de la familia según el plan de Dios.
La familia es una comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, abierto al don de la vida humana y al amor para siempre.
Que la Sagrada Familia de Nazaret sea modelo y guía de las familias cristianas.
Que siguiendo los pasos de José y María, los padres puedan educar a sus hijos en la Fe y acercarlos al Amor de Dios y que, como Jesús, los hijos crezcan en sabiduría, obediencia y entrega al Señor.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén