30 ago 2020

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO

Este domingo, Mateo presenta la misión de Jesús y la de sus fieles seguidores, sus condiciones y consecuencias. Jesús, con un mensaje contundente, orienta y prepara a sus discípulos para «lo que ha de venir». Haciendo frente a las cruces cotidianas, el Hijo del hombre asume, comparte su vida y pide un cambio de mentalidad en el camino hacia el Padre, en vistas de su mismo destino. Su anuncio es una clara invitación a vivir la misión de manera decidida, consciente y fiel, sin miedo a perder la vida a causa del evangelio.

Para confesar la fe en Jesús, y manifestarla hoy en lo cotidiano de nuestra vida, hace falta una profunda conversión personal y comunitaria de sus seguidores. Una conversión que vaya más allá de las palabras, que sea visible, palpable en testimonio íntegro, fiel al evangelio. Los discípulos del Señor hemos de asumir su misión como nuestra con sus retos, con sus tentaciones humanas, pero también con la certeza de sabernos amados por él, que nos llama a seguirlo con la cruz de su reino que es vida y resurrección.

Señor Jesús, tú que conoces nuestras debilidades, tú que sabes lo que necesitamos para seguirte sin vacilar, ven a nuestro encuentro y cambia nuestro corazón. Envíanos tu Espíritu y reconfórtanos en tu verdad. Guíanos en tus caminos y ayúdanos a cargar con la cruz de tu Palabra. Señor, cólmanos de tu vigor, para que, imitando tus pasos y superando obstáculos, gocemos del premio de tu reino que es vida y amor para siempre.