En el cuarto domingo de Adviento se enciende la última vela de la corona como símbolo de que el Señor está cerca y viene a traernos la alegría de la paz. La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano, quien permite que esa Luz llegue a nosotros e ilumine nuestra vida.