El 23 de noviembre del 2014 es
el último domingo del Año Litúrgico y una de las fiestas más
importantes porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el
Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del
amor y la paz. Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.
La fecha de la celebración de esta fiesta, al cerrar el año
litúrgico, quiere resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la
historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin.
En este día celebramos que Cristo puede empezar a reinar en
nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el
Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos
instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros
hogares, empresas y ambiente.
Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar
debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración
personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben
gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a
Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica. Al
conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, porque Él es toda
bondad.
El amor a Cristo nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar
como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de
verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo
y amándolo, experimentamos que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros y
podremos extender el reino de Dios a todas las almas mediante obras concretas
de apostolado.