31 oct 2015

TODOS LOS SANTOS


¨Celebramos una entrañable fiesta de familia. Unimos en un mismo recuerdo a los más lejanos en el espacio y en el tiempo, y a los que nos son más cercanos: los que nos acompañaron en el fe y en la vida, cuyos nombres están inscritos en el cielo y sus rostros están impresos para siempre en nuestro corazón.

La fiesta de Todos los Santos nos dice que formamos parte de una Iglesia en la que el testimonio de otros hombres y mujeres ha jugado un papel fundamental en nuestra vida; en lo que somos como hombres y como cristianos. Hoy es un día para agradecer a los santos anónimos cuánto han significado para nosotros. Con su vida y con su intercesión en nuestro favor.


El testimonio de los santos tiene la validez de su inmediatez y cercanía: no se trata de seres angelicales, inalcanzables, de otro mundo que no es el nuestro; Su testimonio es el de unos hombres de carne y hueso, pecadores como nosotros, pero que se esforzaron por vivir en fidelidad sus compromisos bautismales, a pesar de sus debilidades.

Muchos santos de ayer y de hoy han «lavado sus ropas en la sangre del cordero». En el momento de la verdad dieron su verdadera talla. Se enfrentaron con el martirio, la persecución y la injusticia. Entregaron la propia vida en nombre y al servicio del Reino de Dios. Otros traspasaron la frontera de la vida desde el anonimato, la oscuridad y el silencio.

Los santos alientan hoy el avance de una Iglesia y una vida cristiana multicolor, una iglesia de comunión, por la diversidad de los caminos que la conducen a la tierra prometida; hay que bajarlos de los retablos e insertarlos en nuestra vida y nuestra historia. Sus retos y los nuestros son idénticos, e idéntica la gracia de Dios con que ellos y nosotros somos enriquecidos. 
La diferencia la marcará el modo e intensidad de nuestra respuesta a Cristo y a la Iglesia y de nuestra fidelidad al mundo que nos ha tocado vivir. A su intercesión nos acogemos.¨