Envía, Señor, tu Espíritu que renueve nuestros corazones |
Ven,
Señor, te esperamos.
Envíanos tu Espíritu en esta hora difícil, pero siempre
apasionante. Dulce huésped del alma, consolador de tantas angustias y pesares.
Ven a nuestros pueblos y ciudades, a nuestras familias, a nuestras plazas, a todos los estrados de la tierra, para que así nos sintamos heraldos de Dios, sin miedos, dispuestos a anunciar tu salvación.
Ven a nuestros pueblos y ciudades, a nuestras familias, a nuestras plazas, a todos los estrados de la tierra, para que así nos sintamos heraldos de Dios, sin miedos, dispuestos a anunciar tu salvación.