“Con la fiesta del envío del Espíritu Santo el domingo pasado culminaba el tiempo Pascual. Ya tenemos la fuerza que Dios nos ha regalado gratuitamente para poder dar testimonio con nuestra vida. Dios no es distante, no se desentiende; Dios es comunidad de amor.
Para entender esto, basta con mirar la imagen de la Santísima Trinidad. Como dice el Papa Francisco, “No es el producto de razonamientos humanos, es el rostro con el que Dios se ha revelado a sí mismo, no desde lo alto de un trono, sino caminando con la humanidad.”
Una persona que ama a los demás por la alegría misma de amar es reflejo de la Santísima Trinidad. El amor verdadero es ilimitado, pero sabe limitarse para salir al encuentro del otro, para ser libre y respetar la libertad del otro. Acojamos esta solemnidad con gratitud y confianza.”
Fray José Borja
“El misterio de la Santísima Trinidad, que hoy celebramos con gran solemnidad, antes que doctrina ha sido evento salvador. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han estado siempre presentes en la historia de la humanidad, donando la vida y comunicando su amor; introduciendo y transformando el devenir de la historia en la comunión divina de las Tres Personas.
La iniciativa corresponde al Padre, que envía, entrega y resucita a su Hijo Jesús; la realización histórica se identifica con la obediencia absoluta al Padre mostrada por Jesús; quien, por amor, se entrega a la muerte; y la actualización perenne de su acción salvadora es obra del don del Espíritu; quien, después de la Resurrección, es enviado por Jesús de parte del Padre y habita en el creyente como principio de vida nueva, configurándolo con Jesús en su cuerpo, que es la Iglesia.”
O.A.R.