14 jul 2018

PRIMER DÍA TRIDUO A LA VIRGEN DEL CARMEN


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza 
y quiere levantarse.
Ante la admiración del cielo y la tierra
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros pecadores.

Unidos a todos los peregrinos de la vida, prestando especial atención a todo los que tienen dificultades en sus vidas: enfermos, desempleados, angustiados..., comenzamos este camino hacia la fiesta de la Virgen del Carmen.

Dios es gratuito en su elección. Elige por amor. Su llegada siempre suena a nueva, a inesperada. Sólo los humildes la perciben. María tiene un corazón humilde que no presume de nada; sencillo, limpio, pobre. Sin saberlo, está preparada para el asombro que supone toda visita de Dios. 

En la actuación de Dios siempre hay algo sorprendente: mira a los pobres, los levanta del polvo y los llena de gracia. A María la adorna de las mejores virtudes, la viste con traje de gala y la envuelve en un manto de triunfo. María se alegra y canta porque Dios mira su pequeñez. 

María, al saberse amada, se pone en camino para amar. Si no sabemos que recibimos amor, no nos despertamos a amar. La salvación del Señor la inunda de profunda alegría y la empuja a ir por la vida con un gozoso agradecimiento, dejando todo lo que toca vestido de novedad y belleza. 

El bautismo, como experiencia de la gracia, nos pone a nosotros en camino. El Señor nos llama amándonos. Y no vamos solos por el camino; junto a nosotros van miles de hermanas y hermanos que, orientados por el Espíritu, buscan fuentes para su sed. “En este camino nos acompaña la Virgen María, Estrella de la evangelización.” (Juan Pablo II).