15 jul 2018

SEGUNDO DÍA TRIDUO A LA VIRGEN DEL CARMEN

Echamos la vista atrás para contemplar a tantas generaciones de cristianos que han avanzado hacia el “monte de la salvación, que es Cristo”, modelados por el ejemplo de María. Nos da alegría formar parte de este pueblo que busca al Señor. 

La Iglesia se goza al contemplar a María, como la “mujer oyente de la palabra”, la mujer que hace silencio para escuchar a Dios y para escuchar a los demás. “Educada y modelada por el Espíritu, fue capaz de leer en la fe su propia historia” (Juan Pablo II). Recordamos su sí confiado al Señor. Nos alegramos de las maravillas que hace Dios en los que abren la puerta al corazón. Resuena en nosotros su invitación a centrar en Jesús la mirada: “Haced lo que él os diga”. Con María, nos abrimos cada día a la Palabra, fuente de vida cristiana. Con María, acogemos confiadamente el proyecto de salvación del Padre para la humanidad.

Llevamos el Escapulario, compromiso que se adquiere de asimilación de las virtudes de la Virgen María, de cariño a ella, de peregrinación de fe, de ser discípulo de Jesús hasta el final; hasta la cruz, como María. El Escapulario es un privilegio que nos da el Señor por María, de ser oyentes de la Palabra y entrar en diálogo con Él; de ser como María, barro en manos del alfarero.