Acordáos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno que haya acudido a Vos, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos.
Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen Madre de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh purísima Madre de Dios, mis humildes súplicas; antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.
Pidamos las gracias que deseemos conseguir hoy por intercesión de nuestra Madre María:
* Madre mía, amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordáos de mí, miserable pecador.
Dios te salve, María...
* Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados.
Dios te salve, María...
* Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos.
Dios te salve, María...
* Inmaculada, hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación.
Dios te salve, María...
* Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo.
Dios te salve, María...
María es Madre de Dios para alcanzarlo todo,
y Madre de los hombres para concederlo todo.