El Señor Resucitado hace que no tengamos miedo y que vivamos con alegría nuestro ser cristianos, testigos suyos en medio del mundo. Dijo a los discípulos: "Recibid el Espíritu Santo", y éstos perdieron el miedo. Recibid el Espíritu Santo para volar, para soñar, para transformar, para colorear la vida y enseñar a mirar con los ojos del Resucitado.
Una Iglesia alegre, alentada por el aire del Espíritu, que nos zamarrea, nos lleva de acá para allá, nonos deja estáticos, sino en un dinamismo continuo. Una Iglesia que es familia de los que comparten la fe en el resucitado. Una Iglesia que no se queda con los criterios del mundo, de la tierra, sino que es la Iglesia que se "eleva" sobre los intereses y las limitaciones humanas. Al mismo tiempo es una Iglesia encarnada y solidaria con los que más sufren, pero llevada por las alas del Espíritu.