Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva, así no tendré más sed.
El signo del agua:
Con el presente
domingo, comienza la segunda parte del tiempo cuaresmal. La
característica de esta segunda parte se centra en el tema catecumenal y prepara
a los sacramentos de la iniciación cristiana.
Existe un agua que sacia la sed en el desierto y evita
la muerte (Primera Lectura). Existe también un agua que da la vida eterna
(Evangelio). La vida que nos da Dios es la justificación por la fe y la
esperanza (Segunda Lectura).
Jesús sacia la sed de paz, de justicia, de fraternidad, de
felicidad, la sed de Dios. Cuando buscamos otras fuentes de
felicidad es porque no nos hemos encontrado con el Señor.
Si nuestro corazón está intranquilo, acerquémonos a Jesús: nos dará su paz y la gracia que salta hasta la vida eterna. Solamente el que tiene sed, se alegra de haber hallado la fuente. El que no está sediento, pasa de largo sin hacer caso del manantial. Encontrar a Dios es dar con el manantial de agua viva que hace reverdecer el desierto de la vida humana.
Si nuestro corazón está intranquilo, acerquémonos a Jesús: nos dará su paz y la gracia que salta hasta la vida eterna. Solamente el que tiene sed, se alegra de haber hallado la fuente. El que no está sediento, pasa de largo sin hacer caso del manantial. Encontrar a Dios es dar con el manantial de agua viva que hace reverdecer el desierto de la vida humana.