29 nov 2019

LA ESPERA EN NUESTRAS ALDEAS











 

TIEMPO DE ADVIENTO

TIEMPO DE SEMBRAR

En mi vida, ante estos preparativos que preceden a la Navidad o ante otros momentos de presencia de Dios en mí, ¿me cuesta estar de acuerdo con las consignas de Dios, del Reino del que hablamos? ¿Vivo en agradecimiento ante tal noticia, me siento privilegiado de alguna manera? ¿Siento que otra mucha gente vive lo mismo que yo? 

TIEMPO DE ECHAR LA SEMILLA

Y yo, ¿me preocupo de escoger bien la semilla, las bases de mi fe, de mi amor o me vale cualquier cosa? ¿Cuido cada detalle y permanezco atento o es suficiente con que las cosas vayan pasando y yo siga ajeno a algunas de ellas? ¿Tengo claro cuál quiero que sea el ruido de fondo? ¿Me importa vivir aspectos que no se complementen o incluso se contradigan? 

TIEMPO DE ESPERAR 

¿Me es fácil perder de vista cuál es el horizonte de mi siembra? ¿Tiene continuidad mi servicio con la mano de Dios en este tiempo de espera? ¿Siento que donde acaba mi trabajo empieza el de Dios, al menos en forma de mirada atenta? ¿Siento que mientras yo espero el tiempo no pasa en balde, que todo se está cumpliendo, también algo en mí? ¿Que sin este tiempo de espera nada sería posible y sin embargo no puede ser un momento de parón solamente?


Que este tiempo sea momento de agradecer, de ilusionarse, de alegrarse,
de compartir. 

25 nov 2019

CONFIRMACIONES EN LA CARDENCHOSA

Ayer, 24 de noviembre, un numeroso grupo de adultos recibieron el sacramento de la Confirmación de manos del vicario de la Sierra, Juan Luis Carnenero, en la iglesia de Santa Elena de La Cardenchosa y Los Morenos.


23 nov 2019

TRIDUO EN HONOR DE SANTA BÁRBARA

El día 2 de diciembre comenzará el solemne triduo en honor de Santa Bárbara, patrona de Ojuelos Altos y titular de su parroquia.


18 nov 2019

CRISTO, REY DEL UNIVERSO

Cristo Rey de Lisboa
El próximo domingo, 24 de noviembre, celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. He aquí una breve reflexión sobre esta celebración:

"Jesús afirmó lisa y llanamente que Él era Rey. Y lo dijo en un escenario y en unos términos cargados de significado. Fue el día del Viernes Santo por la mañana. Durante la noche había sido abandonado por sus amigos y torturado por sus enemigos. Finalmente, lo habían entregado al poder judicial, débilmente representado por Pilatos. En el juicio, Jesús testificó: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de esta mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí". Y terminó taxativamente: "Soy Rey". Un par de horas más tarde era crucificado entre dos ladrones, con la inscripción de Rey de los Judíos en la cabecera de la cruz.
La escena no pudo ser más desconcertante. Cuando Jesús era una persona importante, cuando contaba con las masas, cuando tenía seguidores dispuestos a apoyarle, "que intentaban tomarle por la fuerza para hacerle Rey, se retiró al monte Él solo" (Jn 6 15). Cuando tuvo la posibilidad de conseguirlo, nunca salió de sus labios la expresión "Soy Rey". Cuando lo tiene todo perdido; cuando, como Él solía decir, "llegó su hora", detenido, acusado, torturado, abandonado, hace esta afirmación sin grandilocuencia, sin agresividad, sin ambición. Como quien se saca del fondo de su alma una palabra tras otra, que tiene profundamente meditadas y convencido de que su interlocutor no le va a comprender nada. Consciente de la inutilidad y del sinsentido que aquella mañana tenían sus palabras, pero expresando una absoluta convicción personal que ninguna fuerza externa, ni siquiera todo el imperio romano y sus legiones, podían destruir.
El Reino de Jesús ha sido sometido constantemente, a lo largo de la historia, a una manipulación para justificar, defender o atacar intereses que no tienen nada que ver con ese Reino. Tengo la impresión de que al Reino de Jesús se le incorporan demasiadas formas y procedimientos importados de los reinos de este mundo. El Reino en que pensaba Jesús no tiene otro parecido con las organizaciones de poder que constituyen los hombres, sino el nombre. Su realidad está alejada de todo lo que signifique imposición, agresividad, violencia, dominio sobre otros seres humanos." 
Jaime Loring Profesor jesuita

16 nov 2019

VISITA DE NUESTRO ARCIPRESTAZGO A MONTILLA

La Santa Sede concedió la celebración de un Año Jubilar de San Juan de Ávila que comenzó el 6 de abril de 2019 y concluirá el 31 de mayo de 2020, coincidiendo con el 450 aniversario de su fallecimiento; el 125 aniversario de su Beatificación; y el 50 aniversario de su canonización.

Entre las muchas actividades que se lleven a cabo en la diócesis de Córdoba están las visitas a Montilla organizadas por los arciprestes y la peregrinación del Relicario itinerante de San Juan de Ávila por todas las parroquias.

Para ello, el Obispado ha habilitado un espacio expositivo en el coro alto de la basílica que narra en un recorrido audioguiado la historia del edificio y del proceso de glorificación del santo. Se exponen “dos joyas”: un ajuar con la custodias donadas por el conde de la Cortina, que fue quien llevó a Montilla a la Compañía de Jesús, y las reliquias de San Juan de Ávila, entre ellas el cálculo vesical que lo atormentaba.

También la parroquia de Santiago hay un espacio de recepción de visitantes donde se exhibe un audiovisual y un diorama centrado en la hagiografía del santo. Además, una capilla muestra con un novedoso lenguaje el milagro del Cristo de la Tabla, mientras que en otro espacio está habilitado Mysterium, una exposición permanente de orfebrería y ornamentos que pudo utilizar el doctor de la Iglesia cuando predicaba en este templo.

El tercer espacio expositivo que puede visitarse es la casa donde vivió y murió el santo, en el que también se ha incorporado un recorrido audioguiado.
Fotos: Inma E.



















Hoy le ha tocado el turno a nuestro Arciprestazgo de Peñarroya-Pueblonuevo-Fuente Obejuna. Peregrinos procedentes de todas las parroquias del Valle del Guadiato han visitado los lugares avilistas para ganar la indulgencia y acercarse a la figura del maestro Ávila en este año jubilar.

San Juan de Ávila
Nuestro Vicario Episcopal


4 nov 2019

RELICARIO DE SAN JUAN DE ÁVILA

Ayer, domingo, el relicario de San Juan de Ávila, con motivo de la celebración del Año Jubilar por el 450 aniversario de la muerte del Doctor de la Iglesia y patrono del clero español, visitó las iglesias de Posadilla y Ojuelos Altos. 

Ya, en el año 2013, tuvimos la dicha de acoger este Relicario que conserva la reliquia del corazón del santo, en todas las aldeas que compartimos párroco y pudimos venerar su reliquia: 












2 nov 2019

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

"La conmemoración litúrgica de este día fue instituida por un abad benedictino, el cluniacense San Odilón a inicios del siglo XI, y nos recuerda la verdad del Purgatorio y el deber que tenemos de ofrecer nuestras oraciones, penitencias, limosnas y el Santo Sacrificio de la Misa para que las almas que se encuentran en ese estado puedan pasar a disfrutar de Dios. Ésta es la verdadera celebración cristiana de los difuntos: no adoptemos modas subculturales venidas de fuera y de remotos orígenes paganos e incluso con un trasfondo demoníaco, como la fiesta de “Halloween”, que ha recibido las acertadas críticas de numerosos obispos. Evitemos también que nuestros niños y jóvenes caigan en prácticas y juegos espiritistas como la “ouija”, donde no se respeta el descanso de los difuntos y se abren las puertas a la acción del demonio, según avisan continuamente los exorcistas.
La Iglesia Católica afirma la existencia del Purgatorio y lo definió solemnemente como un dogma en el II Concilio de Lyon en 1274. Por lo tanto, no es materia opinable, que a uno le pueda parecer aceptable y a otro no, sino que todos los católicos debemos creer en esta verdad. En la Sagrada Escritura, pero muy especialmente en los libros de los Macabeos, hay numerosos textos en los que se fundamenta la fe en el Purgatorio o unas penas purgatorias, pues, para poder pasar a contemplar la belleza infinita de Dios en la eternidad, las almas deben estar limpias de toda mancha dejada por sus pecados. Lo mismo que cuando una persona asiste a una boda o a un encuentro importante tiene que ir con un vestido limpio, para ver a Dios tenemos que estar perfectamente purificados.
Entre los Padres de la Iglesia, San Agustín y el papa San Gregorio Magno fueron algunos de los que trataron el tema del Purgatorio con mayor profusión. El segundo incidió mucho en la fuerza inmensa del Santo Sacrificio de la Misa ofrecido por las almas de los difuntos para que queden liberadas de las penas purgantes y puedan pasar a la gloria celestial. Esa fuerza viene del propio valor de la Santa Misa, porque en ella se realiza la renovación y actualización del Sacrificio de Cristo en el Calvario, así como de su Resurrección y Ascensión. Por eso, no hay nada más grande sobre la faz de la tierra que la Santa Misa. A ella debiéramos acudir siempre con devoción, con admiración y con asombro renovado ante lo que sucede delante de nosotros. El milagro más grande posible se produce cada vez que el Cuerpo y la Sangre de Cristo se hacen realmente presentes en las manos del sacerdote al pronunciar las palabras de la Consagración. Y por este motivo, la Iglesia permite en el día de todos los Fieles Difuntos que los sacerdotes puedan celebrar tres Misas.
Nunca debemos olvidar que el bien o el mal que hagamos en esta vida tienen repercusiones de cara a nuestra salvación eterna, a la que Dios nos invita. Nuestra vida no se termina con la muerte: más bien, comienza. Todos debiéramos meditar acerca de la muerte, no con un sentido tétrico, sino como una realidad de la vida humana ante la que ésta encuentra su sentido y ante la que debe decantarse por el bien o por el mal, teniendo presente que tras ella vendrá la realidad eterna, ya de gloria en el Cielo, ya de pena en el Infierno, porque éste también existe. El Infierno no lo ha originado un Dios cruel, sino la obstinación diabólica y humana en el mal hasta el último momento, que se cierra a la misericordia divina.
“Dios quiere que todos los hombres sean salvos” (1Tim 2,3-4), dice San Pablo. Y Jesús nos habla de la inmortalidad y de que Dios “no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos están vivos” (Mc 12, 27; Lc 20,38). Dios desea que todos podamos llegar a gozar del Cielo, de la visión de Él mismo. Y por eso quiere que le roguemos por la liberación de las ánimas benditas del Purgatorio, que esperan nuestras oraciones y sacrificios y que ofrezcamos por ellas el Santo Sacrificio de la Misa. 
En todo el mes de noviembre se puede ganar indulgencia plenaria aplicable por las almas del Purgatorio, con las debidas condiciones de confesión sacramental, comunión eucarística, oración por el Papa y aversión al pecado.
Que María Santísima, que esperó con fe la Resurrección de su Hijo, interceda por las ánimas del Purgatorio y nos lleve a meditar en los misterios que ahora la Iglesia nos propone."
P. Santiago

1 nov 2019

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS 2019

Celebramos cada año la solemnidad de los Santos, pero ¿sabemos que es la santidad? Algunos, la mayoría, creen que consiste sólo en ser un “burócrata obediente”; otros creen que consiste en ser una buena persona; otros que consiste en hacer milagros o flagelarse hasta la sangre y profetizar… Los fenómenos extraordinarios suelen acompañar a la vida de santidad, pero no son la esencia de la santidad, ni mucho menos lo más importante. 
La verdadera definición de santidad la da la teología como “el grado heroico de virtudes practicado por una persona.” Y, esa misma, es la fórmula que utiliza el Magisterio de la Iglesia para las canonizaciones de los bienaventurados, comprometiendo la infabilidad pontificia.
La santidad, aunque parezca algo inalcanzable, está viva entre nosotros; en personas que de forma silenciosa, discreta y permanente hacen de sus vidas un proyecto de amor a Dios y a cuantos los rodean. Han experimentado el atractivo de la Humanidad de Cristo y se convierten en reflejo de la humanidad transfigurada. Se sienten amados de Dios, y aman, a pesar de la oscuridad, de la duda, de la tentación. En esas circunstancias aquilatan aún más su entrega enamorada.La santidad transforma el recinto doméstico y el social en espacio fascinante, aunque suponga entregar la vida. 
La opción generosa y gratuita de comenzar cada día el proyecto del seguimiento evangélico otorga a quien así  vive el conocimiento de lo pasajero y la certeza de lo eterno, don de sabiduría.
Los santos han sido y son los mejores amigos, los más solidarios e intuitivos. Se arriesgan, confiados en la promesa del Señor, y convierten su existencia en un proyecto de generosidad, con la sagacidad de trocar las circunstancias históricas en las que les toca vivir en mediación providente. Son testigos y profecía de la vida divina en medio de sus contemporáneos.
Los Santos están ahí arriba para ayudarnos en el camino de la perfección y desean que en su fiesta se los pidamos y ser nuestros intercesores. Nosotros no adoramos a los Santos, sino que les veneramos para que nos auxilien en el camino de la salvación.