Cristo Rey de Lisboa |
El próximo domingo, 24 de noviembre, celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. He aquí una breve reflexión sobre esta celebración:
"Jesús afirmó lisa y llanamente que Él era Rey. Y lo dijo en un escenario y en unos términos cargados de significado. Fue el día del Viernes Santo por la mañana. Durante la noche había sido abandonado por sus amigos y torturado por sus enemigos. Finalmente, lo habían entregado al poder judicial, débilmente representado por Pilatos. En el juicio, Jesús testificó: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de esta mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí". Y terminó taxativamente: "Soy Rey". Un par de horas más tarde era crucificado entre dos ladrones, con la inscripción de Rey de los Judíos en la cabecera de la cruz.
La escena no pudo ser más desconcertante. Cuando Jesús era una persona importante, cuando contaba con las masas, cuando tenía seguidores dispuestos a apoyarle, "que intentaban tomarle por la fuerza para hacerle Rey, se retiró al monte Él solo" (Jn 6 15). Cuando tuvo la posibilidad de conseguirlo, nunca salió de sus labios la expresión "Soy Rey". Cuando lo tiene todo perdido; cuando, como Él solía decir, "llegó su hora", detenido, acusado, torturado, abandonado, hace esta afirmación sin grandilocuencia, sin agresividad, sin ambición. Como quien se saca del fondo de su alma una palabra tras otra, que tiene profundamente meditadas y convencido de que su interlocutor no le va a comprender nada. Consciente de la inutilidad y del sinsentido que aquella mañana tenían sus palabras, pero expresando una absoluta convicción personal que ninguna fuerza externa, ni siquiera todo el imperio romano y sus legiones, podían destruir.
El Reino de Jesús ha sido sometido constantemente, a lo largo de la historia, a una manipulación para justificar, defender o atacar intereses que no tienen nada que ver con ese Reino. Tengo la impresión de que al Reino de Jesús se le incorporan demasiadas formas y procedimientos importados de los reinos de este mundo. El Reino en que pensaba Jesús no tiene otro parecido con las organizaciones de poder que constituyen los hombres, sino el nombre. Su realidad está alejada de todo lo que signifique imposición, agresividad, violencia, dominio sobre otros seres humanos."
Jaime Loring Profesor jesuita