En mi vida, ante estos preparativos que preceden a la Navidad o ante otros momentos de presencia
de Dios en mí, ¿me cuesta estar de acuerdo con las consignas de Dios, del Reino del que hablamos? ¿Vivo en agradecimiento ante tal noticia, me siento privilegiado de alguna manera? ¿Siento que otra
mucha gente vive lo mismo que yo?
TIEMPO DE ECHAR LA SEMILLA
Y yo, ¿me preocupo de escoger bien
la semilla, las bases de mi fe, de mi
amor o me vale cualquier cosa? ¿Cuido cada detalle y permanezco
atento o es suficiente con que las
cosas vayan pasando y yo siga ajeno
a algunas de ellas? ¿Tengo claro cuál
quiero que sea el ruido de fondo? ¿Me importa vivir aspectos que no se
complementen
o incluso se contradigan?
TIEMPO DE ESPERAR
¿Me es fácil perder de vista cuál
es el horizonte de mi siembra? ¿Tiene continuidad mi servicio con
la mano de Dios en este tiempo de
espera? ¿Siento que donde acaba
mi trabajo empieza el de Dios, al
menos en forma de mirada
atenta? ¿Siento que mientras yo
espero el tiempo no pasa en
balde, que todo se está
cumpliendo, también algo en mí? ¿Que sin este tiempo de espera
nada sería posible y sin embargo
no puede ser un momento de
parón solamente?
Que este tiempo sea momento de agradecer,
de ilusionarse, de alegrarse,
de compartir.