¡Salve, salve, cantaban, María
que más pura que Tú, sólo Dios!
Y en el cielo una voz repetía:
más que Tú, sólo Dios, sólo Dios.
Con torrentes de luz que te inundan,
los Arcángeles besan tus pies.
Las estrellas tu frente circundan
y hasta Dios complacido te ve.
Pues llamándote pura y sin mancha,
de rodillas los mundos están,
y tu espíritu arroba y ensancha tanta fe,
tanto amor, tanto afán.
¡Salve, salve, cantaban, María
Y en el cielo una voz repetía:
más que Tú, sólo Dios, sólo Dios.
¡Ay, bendito el Señor! que en la tierra
pura y limpia te pudo formar,
como forma el diamante la sierra,
como cuaja las perlas el mar.
Y al mirarte entre el ser y la nada,
modelando tu cuerpo exclamó:
"desde el vientre será Inmaculada
si del suyo nacer debo Yo".