Esteban era de origen judío. El vocablo esteb significa corona. Por ello su nombre significa coronado. Dios honra su nombre coronando su vida con el martirio.
Vivió a principios del siglo I y fue uno de los diáconos nombrados por los apóstoles. Crítico con la actitud de la iglesia judía y con el uso mercantilista que se daba al templo de Jerusalén, fue acusado de blasfemia por los fariseos, y condenado a morir lapidado. Durante el martirio, Esteban pidió el perdón para quienes le apedreaban.
Se le suele representar como un hombre joven, todavía sin barba, vestido de diácono, con una capa corta llamada dalmática, abierta por los dos lados y con mangas hasta el codo.
Normalmente, lleva en una mano una piedra, en alusión a la manera en que fue martirizado y, en la otra, una hoja de palma, símbolo de victoria desde la Antigüedad, atributo de los santos mártires que representa su victoria sobre la muerte.