Cuando venga, ay, yo no sé
con qué le envolveré yo,
con qué.
Ay, dímelo tú, la luna,
cuando en tus brazos de hechizo
tomas al roble macizo
y le acunas en tu cuna.
Dímelo, que no lo sé,
con que le tocaré yo,
con qué.
tomas al roble macizo
y le acunas en tu cuna.
Dímelo, que no lo sé,
con que le tocaré yo,
con qué.
Ay, dímelo tú, la brisa,
que con tus besos más leves
la hoja más alta remueves,
peinas la pluma más lisa.
Dímelo y no lo diré,
con qué le besaré yo,
con qué.
que con tus besos más leves
la hoja más alta remueves,
peinas la pluma más lisa.
Dímelo y no lo diré,
con qué le besaré yo,
con qué.
Pues dímelo tú, arroyuelo,
de azul música de cielo.
Cuéntame, susúrrame
con qué le cantaré yo,
con qué.
Y ahora que me acordaba,
Ángel del Señor, de ti,
dímelo, pues recibí
tu mensaje: «He aquí la esclava».
Sí, dímelo, por tu fe,