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28 dic 2020
26 dic 2020
SAN ESTEBAN, PATRÓN DE NAVALCUERVO
Honramos hoy su memoria y pedimos al Señor que nos dé la gracia de ser buenos testigos, como él, llenos de fe y de Espíritu Santo; hombres y mujeres que rebosemos fortaleza, ya que nos esforzamos por vivir la vida de Jesús. Que nos conceda una gran confianza para vivir y morir en sus manos. Y que, como Esteban, sepamos rogar por los que nos hieren u ofenden para que Él nos perdone a todos, tanto a ellos como a nosotros.
25 dic 2020
DIOS HA NACIDO
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Lo pregonan hoy todas las campanas: ¡Ha nacido Cristo! Lo repiten hoy todos los corazones: ¡Ha nacido Cristo! Brilla hoy en todas las miradas la luz de este pensamiento: ¡Ha nacido Cristo!
23 dic 2020
DIOS QUE YA LLEGA
Javier Leoz- Párroco
22 dic 2020
21 dic 2020
20 dic 2020
IV DOMINGO DE ADVIENTO
El misterio de la encarnación del Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo en el seno de María, la Virgen, es el centro de la liturgia de este domingo. En medio de un desconcertante estupor reverencial, pero también de un profundo gozo interior, María fue capaz de dar su respuesta afirmativa al plan salvífico de Dios. Se nos brinda, de este modo, una ocasión propicia para prepararnos al gran misterio navideño, dejándonos impregnar de sus sentimientos, a la vez que acogiendo resuelta y confiadamente, como ella, la llamada a colaborar en el designio amoroso de Dios sobre nuestras vidas.
13 dic 2020
III DOMINGO DE ADVIENTO
8 dic 2020
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
La Inmaculada Concepción de María nos confirma la posibilidad de una humanidad con esperanza, una humanidad transformada y purificada de todo egoísmo. El sí de María ilumina para siempre todos nuestros advientos y acompaña nuestros proyectos.
Oración a la Inmaculada Virgen María
6 dic 2020
II DOMINGO DE ADVIENTO
Juan no es Jesús, ni su predicación es como la de Jesús: tiene otros acentos, otras llamadas Juan es muy consciente de su lugar, de su misión, de su papel, de su relación con respecto a la buena noticia de Jesús. Para Juan, Jesús es «el que puede más que yo», ante Jesús «no merezco agacharme para desatarle las sandalias», «yo os he bautizado con agua, Él os bautizará con Espíritu Santo». Por su no protagonismo, por su referencia a Jesús es por lo que Juan ocupa un lugar relevante en el Evangelio.
Este es un aspecto de la persona de Juan especialmente relevante para nosotros, tan deseosos de protagonismo, de fama, de tener seguidores, de ser reconocidos ¿Todo acaba en nosotros, en el yo-yo-yo, o señala a Jesús?
Su ejemplo y su palabra nos animan a preparar el camino y allanar el sendero: sin alturas de soberbia ni bajones de abatimiento. Así vendrás y renovarás en nosotros la fuerza del Espíritu Santo que nos diste en nuestro Bautismo.
2 dic 2020
29 nov 2020
25 nov 2020
REFLEXIÓN DE ADVIENTO
La palabra adviento, como ya sabemos, viene del latín y significa "venida" o "llegada". ¿Cuál es la llegada que estamos esperando? Como muchas veces nos han explicado: "El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para la Navidad, en la que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios; y es, también, el tiempo en el que- por este recuerdo- se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por lo tanto, el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre.”
Este no es un tiempo de penitencia; más bien, una época de gozosa esperanza, un tiempo de preparación, renovación y espera. No se trata de una preparación para el nacimiento de Cristo en la Navidad, sino de Cristo que continuamente está naciendo entre nosotros y quien, cada vez más, va transformando a la Iglesia en su cuerpo en el mundo.
En el otoño del año, mientras el mundo se oscurece, la Iglesia es llamada a reunirse y, tranquilamente, aguardar en la esperanza de la venida de Cristo, su esposo, la Luz del mundo.
¿Está nuestra esperanza realmente puesta en Cristo? ¿Nos permitimos a nosotros mismos esperar en silencio y reflexionar sobre el gran misterio de la salvación? ¿Hemos sido transformados por nuestra reflexión sobre este misterio para vivir de manera diferente mientras profundizamos en nuestra relación con Cristo resucitado?
En la oscuridad, vigilamos por la venida del Señor. No permitamos que nuestras ocupaciones nos distraigan de eso, para que no seamos sorprendidos como las vírgenes necias en el Evangelio de Mateo. La temporada nos llama a estar atentos a nuestros preparativos para el último día y atentos a la calidad de nuestra vida en unión con Cristo.
22 nov 2020
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Lo sorprendente en el relato de Mateo es que ninguno de los dos grupos se da cuenta de que, al responder a las seis necesidades, lo hacían o negaban al mismo Dios. Ambos se hacen la misma pregunta: “¿Cuándo te vimos…?” Esto significa que no son obras extraordinarias las que decidirán si Dios es nuestro porvenir. En las cosas normales de la vida sencilla es donde nos jugamos el futuro y la compañía de Dios. Descubrirlo y creerlo es dar sentido y contenido a la vida. Es permitir que el Rey reine de verdad. Es hacer realidad el Reino de Dios en las mañanas, tardes y noches de cada día. Jamás nos vamos a equivocar cuando acudimos a socorrer la necesidad del otro. ¿Hay mejor forma de vivir la fidelidad para el cristiano y el hombre de buena voluntad?
Terminamos el Año Litúrgico. El nuevo inicia el próximo domingo con el Tiempo de Adviento. Iniciamos otro recorrido en el Misterio de Jesucristo, nuestro Salvador, con los retos propios de un mundo que tiene la tentación de creer en reyes y señores desechables.
9 nov 2020
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
8 nov 2020
DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO
El sabio es el que sabe, antes que nada, que le queda mucho por aprender. Es situarnos más allá de la evidencia del cada día, sabiendo que la palabra de Dios es la palabra definitiva y que la última palabra sobre la vida humana no es la palabra de la muerte, sino la palabra del encuentro de Vida con Dios.
El sabio es el que sabe que su palabra no es la última. Es situarnos en espera activa, una espera alimentada de deseo y de compromiso, que no consiente la desidia ni la indiferencia. El sabio es el que sabe que el compromiso del día a día es el que nos incluye en la promesa de futuro.
2 nov 2020
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
1 nov 2020
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
El día de Todos los Santos celebramos que innumerables hombres y mujeres han entrado en una vía de salvación y sentido de la vida, porque el libro de la vida ha sido abierto y leído por Jesucristo, que ha dado nuevo rumbo a la existencia. Él, el Cordero, ha abierto camino con las Bienaventuranzas y, entregando su vida hasta la muerte, ha triunfado resucitando y uniéndonos a su triunfo. A lo largo del año litúrgico la Iglesia conmemora a numerosos santos de toda época y condición, pero son muchos más los que no han sido beatificados o canonizados por ella, e innumerables los que han sido admitidos a contemplar la luz del rostro de Dios,
cuyos nombres -tal vez- son desconocidos para nosotros. En este día, pues, celebramos la memoria de todos estos hombres y mujeres que gozan para siempre de la bienaventuranza y acudimos confiados a su poderosa intercesión ante Dios, al tiempo que recordamos que -también- nosotros estamos llamados a la santidad que ellos han alcanzado.
25 oct 2020
18 oct 2020
DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO
Recordemos que, en tiempos de Jesús, Israel es un territorio ocupado por los romanos, y el tributo que los judíos tenían que pagar a Roma en moneda romana era una forma práctica de sometimiento al César. Los judíos estaban divididos entre los colaboracionistas (los saduceos), los rebeldes (los zelotas), y los que, muy a su pesar, aceptaban la situación de hecho. Pues, al reconocer el curso legal de la moneda romana (el denario), acuñada con la efigie del César (lo cual entraba en contradicción con el férreo monoteísmo judío), y usarla en la vida diaria, es que admitían entrar en el sistema económico y debían aceptar sus consecuencias.
Los enemigos mortales de Jesús (los fariseos y los herodianos) encuentran una ocasión para ponerlo en un aprieto. Se presentan en actitud conciliadora, y, bajo palabras suaves, esconden su maldad. Los enemigos de Jesús intentan conducirlo al terreno peligroso de la vertiente económica de la política, donde se jugaba la lealtad y sumisión al poder imperial.
Pero Jesús los conocía y los desenmascara poniendo de manifiesto su hipocresía, pues, por un lado, pretenden enfrentar al Maestro con el poder de Roma, en el caso de que niegue la legitimidad del impuesto; mientras, por otro, dan curso legal a la moneda del impuesto que llevaba la efigie del emperador Tiberio, señal de pertenencia al emperador como símbolo de su poder y autoridad.
Jesús actúa con astucia pidiéndoles que le muestren la moneda del impuesto, que era la que llevaba la efigie del César. Emplea un juego de palabras por medio del cual les hace decir en público lo que en modo alguno hubieran dicho reflexivamente. A la pregunta de Jesús: «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?», ellos querían responder que la figura y la inscripción eran del César; pero la pregunta y la respuesta están hechas, de tal modo, que lo que se entiende de la respuesta es que es la moneda lo que es del César. De ahí que sirven en bandeja a Jesús una salida airosa, que deja abochornados a sus enemigos, pues ellos mismos terminan confesando que es legítimo dar al César lo que es del César; o sea, pagar el impuesto. Jesús viene a decir a sus adversarios que “puesto que aceptan prácticamente los beneficios y la autoridad del poder romano, del que esa moneda es el símbolo, pueden, e incluso, deben rendirle el homenaje de su obediencia y de sus bienes, sin perjuicio de lo que, por otro lado, deben a la autoridad superior de Dios”.
Jesús, no sólo sale airoso de la contienda, sino que eleva el planteamiento de la disputa cuerpo a cuerpo, a categoría religiosa: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Ya que Dios está por encima de todos los poderes de la tierra (la tierra se la ha dejado a los hombres); ahora bien, el hombre es imagen de Dios y, por tanto, ha de entregarse enteramente a Él.
15 oct 2020
SANTA TERESA DE JESÚS
estos hierros en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡Qué vida tan amarga do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor, no es la esperanza larga;
quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir me asegura mí esperanza;
muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Estando ausente de ti, ¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí, por ser mi mal tan entero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte: Vida no me seas molesta;
mira que sólo te resta, para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte, venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera, no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva; viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida ¿qué puedo yo darle a mi Dios, que vive en mí
si no es perderte a ti, para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle, pues a Él sólo es el que quiero,
que muero porque no muero.
12 oct 2020
NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
11 oct 2020
DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Comienza el evangelio de San Mateo comparando el reino de los cielos con un banquete de bodas organizado por Dios. La boda es sinónimo de alegría y de felicidad. Dios nos quiere felices y nos invita a compartir su vida, su mesa y su alegría. ¿Nos habremos enterado de lo que significa ser cristiano? Seguir a Jesús es la gran oportunidad de hacer de la vida una fiesta de amor y fraternidad.
Esta parábola resume, en forma de historia, la relación de Dios con el pueblo judío y con la Iglesia. En principio, la parábola está dirigida al pueblo de Israel, el pueblo de la Promesa y de la Alianza, pero el pueblo judío rechazó la invitación asesinando a los profetas y al mismo hijo del Rey, al Mesías.
De todos modos, habrá fiesta, Dios la tiene preparada y no tira la toalla. Saldrán a buscar nuevos invitados, hasta los cruces del camino, buenos y malos. Los malos y buenos reflejan a la Iglesia del tiempo de Mateo, formada por judeocristianos, a la que comenzaban a incorporarse muchos paganos. Esto creaba conflictos y dificultades dentro de la comunidad. A los nuevos invitados, los judeocristianos los suponían alejados de Dios, gente pecadora, personas de mala vida, marginada; pero, sin embargo, aceptaron la invitación y acogieron el mensaje de salvación.
Hoy la invitación nos llega a nosotros, buenos y malos. Dios no permite que ni los intereses personales, ni los rechazos, ni los asesinatos se conviertan en impedimentos festivos: la boda está preparada y hay que celebrarla. Dios quiere compartir su alegría con nosotros. La misericordia de Dios la podemos experimentar si aceptamos su invitación. Participar en el banquete de bodas del Hijo de Dios es lo más importante de nuestra vida, lo único esencial. De nosotros depende aceptar la invitación. Dios respetará nuestra decisión. Rehusar la invitación viene a ser lo mismo que preferir lo secundario, lo transitorio a lo único que nos es esencial.
Ante la invitación, nos dice el texto evangélico que los convidados comenzaron a excusarse, unos tenían que atender a sus negocios y los otros debían ir al campo. ¿Nos suena esto?: "tenemos que visitar a un amigo, necesitamos tomar un día de descanso, se nos ofrece una oportunidad de visitar una ciudad…". Tenemos tantas cosas que hacer que, frecuentemente, no tenemos tiempo para disfrutar con Dios, no tenemos el tiempo que Él nos reclama. A menudo, ponemos el corazón en cosas que perecen desoyendo la invitación de Dios.
Ser invitados a la boda del hijo de rey confiere gran honor, pero no basta con entrar en la fiesta, pertenecer a una familia cristiana o a una comunidad religiosa; se requiere llevar su traje de bodas, se requiere una actitud, una conversión y una actitud de fe coherentes con la invitación: Jesús pide a los suyos, no sólo palabras, sino obras y una justicia mayor que la de los fariseos. En las bodas se le da mucha importancia al vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invita, este ajuar es la vida de gracia.
Esta invitación nos llama a experimentar la íntima unión con Cristo, fuente de alegría y de santidad. Es una invitación que nos alegra y empuja hacia un examen de conciencia iluminado por la fe. El signo central que Jesús pensó para la Eucaristía no fue el ayuno sino el comer y beber, lo más propio de toda fiesta. Acerquémonos a la Eucaristía como invitados que sí quieren asistir a la boda del Señor, conscientes de que la vida es una gran invitación a la fiesta de Dios. Que nuestro horizonte no sea la amargura ni la tristeza, sino la alegría y la esperanza.
V. M., OSA